Los apostadores.
Un vicio, adicción, la perdición. Todo es cierto. Pero no estoy aquí para sermonearte, sino para plantear la pregunta: Apostar a la larga hace daño, ¿y a la corta? A la corta es adrenalina necesaria.
Dos personas observan un deporte. Entonces alguno se atreve a mencionar que tiene la victoria asegurada. El contrario escucha y se obliga a no reír. Lo piensa crédulo. Así que calla con una mueca parecida a la sonrisa. No contento, el primero sigue diciendo que será facilísimo obtener la victoria. El contra entonces le dedica una mirada amenazante y presiona sus puños con fuerza. Ya para estas instancias se pueden sentir la tensión en el aire y la sangre que corre a toda máquina por sus venas. El primero se percata de ello y ahora insulta la capacidad de el equipo contrario. El contra se levanta de su asiento y le dice que si está tan seguro de ganar, debería apostar. Solo uno ha perdido los estribos, pero el reto está sobre la mesa y no hay objeción.
—¿Dinero? —pregunta el otro.
—¿Pues qué más?—le responde.
Se pacta pues, que quien gane le deberá una gran suma al otro. Y de aquí hasta que se resuelva el resultado, ambos estarán en éxtasis. Viviendo con cada fibra el partido. Hasta perder o ganar.
Has entrado buscando esa chispa. Desde la última apuesta no has conseguido sentir esa emoción otra vez. Así que caminas entre las mesas viendo alguna que te llame. Entonces la tienes. Te sientas y pones el dinero sobre la mesa. El repartidor toma tu dinero y ahí lo sabes. No hay vuelta atrás. Ese dinero no volverá. O vuelve más o no vuelve nada. Estás más que bien con la incertidumbre, te llena, te vuelve pleno. Y en medio de la jugada te cae la razón: breve y espontánea razón. Puedes irte de ahí sin nada, sin siquiera lo suficiente para llegar a fin de mes. Y entonces, la razón se marcha y deja espacio para el ardor de la suerte en tus bolsillos. Esa suerte incierta que ha llegado para recordarte, que si la vida te puede acabar, lo va a hacer. Y es que sin importar cuanto ganes, si sigues, vas a perder.
Apuestas y apostadores, todo tiene su grado de estupidez. Claro, se dice estúpido con certeza cuando el apostador resulta perdedor. Incluso en la derrota, hay cierta valentía inherente que va dentro de esas decisiones. Todos los individuos, todas las situaciones. Por más probabilidades que tiene de ganar alguien, el hecho de arriesgarse es un lujo que no todos pueden pagar. De todas estas, hay una que resulta la más tonta de todas.
La persona apostadora frente a otra persona que no se sabía apostadora hasta este momento. Palpiteos, sudor, frío en las manos, todo está allí. La más bella de las adrenalinas al aventurarse a dictar los términos de este juego. Incluso se le dificulta abrir la boca. Y ve el rostro de su rival que desearía fuera su aliado. No sabe si estará dispuesta a arriesgarse. A meter al juego su valor en risas, en tiempo, en memorias. Duda de las estadísticas, pero se siente con suerte, Ha de decidir pronto. Espera una respuesta. Acepta el trato. Se van el uno al otro y la adrenalina sigue hasta que descubran si vencerán a los pronósticos. Y entonces, seguirse arriesgando.
Porque aunque no lo admitamos, todos queremos apostarle a quien siempre apostaría por nosotros. Pero todos vamos a pujar más alto, solo por el riesgo de apostar.
Esto lo siento tan profundo pero a la vez tan tan cotidiano, y me deja pensando en las veces en las que he llegado a considerar banal alguna decisión en la que sin darme cuenta, estaba apostando mucho, y es que claro, cuando esta involucra personas la suma se eleva sin poder evitarlo.
ResponderBorrarAsí que me guardaré esta frase en especial para cuando deba volver a tomar el riesgo:
"Incluso en la derrota, hay cierta valentía inherente que va dentro de esas decisiones."
Gracias, siempre es un gusto leerle.
Gracias por leerme. Debo confesar que esto ha resultado de un mal conocido como "bloqueo del escritor". Sin embargo, siento que hay un mensaje rescatable dentro de tanta verborrea.
BorrarSaludos y gracias por leerme.
Y lo hay, de echo ya quisiera yo tener bloqueos tan decentes.
BorrarNo soy muy "fan" de las apuestas pero hace unos meses hice una con un amigo, ahora estoy esperando el resultado... ¡Que nervios !
ResponderBorrarpero apostarse a uno mismo es de los mejores retos, eso si lo hago a menudo, hoy disfrute leyendo este post, gracias por compartirlo.
Gracias Sentidos, por leerme.
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