Relato de una ausencia
Toma su mochila, se viste con una sola correa sobre el hombro derecho y atraviesa la puerta. Luego escucho el sonido de la calle sucediéndole y después nada. Estoy sentado frente a la puerta y no puedo pronunciar ninguna palabra para detenerle.
Su perfume está aún en el ambiente y llena mis pulmones de su esencia. Hay naranja, especias y otras cosas que algunas personas llevan entre los dedos. Trato de identificar ese olor cuando empiezo a percibir el mismo aroma de su piel viniendo desde la habitación. Está en un cesto. Tomo la prenda y me acuesto en la cama. El olor me calma un poco.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero para mí es demasiado. Tal vez ese recuerdo sea el último que tenga de él. Tengo ganas de llamarle a la luna, pero sé que aún es de día.
Mi corazoncito late un poco más rápido. ¿Y si no vuelve? Una mosca se burla de mí, hasta que ya no aguanto más sus bromas y la atrapo al vuelo.
No sé si el tiempo se mueve más despacio cuando no está. Tengo comida, pero tal vez deba guardarla para cuando realmente la necesite. Podría encontrarme en la necesidad de racionar mis recursos para sobrevivir su ausencia. Esta angustia es horrible. Un gato se pasea por la ventana y me maúlla que estoy solo. Si pudiera, le daría una lección. Tiene suerte de que no soy un salvaje y que una ventana nos separa.
Había un sofá que solía parecerme tan acogedor, pero ahora no consigo acomodarme. ¿Cuándo se hizo de noche? ¿Cuál era su olor? Naranja, eneldo... No, madera... No, flores...No. Mi olfato ya no es como antes. Y ahí está: ¡Era tabaco! ¡Tabaco, madera y cítricos! Ese es su aroma, pero ¿por qué lo percibo tan claro? La calle de nuevo. Un rechinar y un cascabeleo, y así como se ha ido, está regresando. Quisiera reaccionar con dignidad, pero mi felicidad está en mis patas y en mi cola que se agita, y tengo que saltar de emoción porque mi amo ha vuelto.
Me pregunta por qué no he tocado las croquetas que me sirvió en mi plato justo antes de irse, y solo le ladro, esperando que entienda que nunca podría hacerlo sin saber que mi mejor amigo está bien.
Que bonito !! Yo tengo un perro y me encanta meditar en lo que hacen es sorprendente su lealtad y apego a sus dueños y saber que al volver a casa hay alguien que se alegrará a morir de tu llegada . !
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