Proyecto Kronos 1.1
Dos comensales.
Siempre recordaré al
hombre que acaba de salir del restaurante, era extraño, siempre lo fue. Era
indiferente al mundo y al mundo le era indiferente.
La primera vez que lo vi no lo noté. Un cliente más... y es que en este
restaurant entran muchos comensales diarios, somos populares creo. El hombre
pedía un café y, esporádicamente, un postre. Nunca le preguntamos más de lo que
le preguntamos a cualquiera.
Por su forma de ser, callada y conservadora, no me despertaba ninguna
ansia hacía hablar o dirigirle la mirada. Fue cuando en un lluvioso lunes entró
el hombre de la boina y nuestro cliente indiferente estaba en la barra. El
nuevo cliente que parecía participar en un implícito concurso de extrañeza con
nuestro viejo cliente. Tomó asiento junto al otro cliente en la barra. Ordenó
lo mismo que nuestro viejo cliente había ordenado hacía tan solo un par de
minutos atrás que él. Un café con dos de azúcar sin crema y un poco de leche.
Tal vez tenía frente a mí a los más inusuales personajes que he conocido.
—Apuesto a que te puedo adivinar tu grupo favorito —levantó la ceja
derecha y vio al hombre de al lado.
—¿Pe.. Perdón?
—Dije que sé que grupo te gusta más.
—Disculpe lo veo muy poco probable —respondió acomodando sus lentes con
el índice— lo que usted propone es sumamente im…
—The Beatles…
Tomó un tragó al café mientras el hombre inclinaba su cabeza y bailaba
los ojos de un lado al otro. Calculando en silencio que tan improbable era eso.
—¿Listo? Ahora te diré donde trabajas.
—Perdón, este chiste es malo…
—El Amanecer… diario El amanecer… y antes que digas cualquier
cosa respóndeme ¿Eres tú Bruno Gallardo
hijo de Germán y María Gallardo?
—No me gusta esto — sacudía la cabeza de un lado a otro—. ¿Cómo sabe eso? Muy mala broma.
—No es una broma. Te he estado buscando y he querido entablar una
conversación contigo pero eres demasiado introvertido. Deja las letras y
números y todo lo que tengas en tu cabeza y sal allá afuera y vive conoce a
alguien y cásate.
El hombre se levantó apresuradamente, tomó sus llaves, un periódico, su
chaqueta y se dirigió a la salida. El primer hombre sonreía antes de empinarse
la taza de café. Entonces volteó conmigo.
—Va a salir y tropezará con una chica, linda por cierto, se disculpará,
dialogaran menos de un minuto cuando se reconocerán. Van a la misma escuela.
Intercambiaran números telefónicos y se irán cada quien por su lado. Mientras
tanto usted hágame el favor de servirme otro delicioso café, pero esta vez,
helado. Muy amable y gracias.
Todo se cumplió cual profecía divina en la banqueta de la avenida.
Corroboré su predicción al pie de la letra por el ventanal del restaurant y me
quedé de una pieza.
—¿Disculpe? El café por favor—interrumpió mi asombro
Le serví el café sin disimular mi extrañeza. El hombre se mostraba muy confiado. Tomó la
taza saboreó un poco sólo para después tomarse todo el café de nuevo casi de un
trago.
Y ahí mi sobresalto fue mayor.
—Nos vemos mañana —dijo al marcharse.
Me gusta esta historia, "proyecto kronos" es muy interesante, valió la pena la espera.
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