Pautas para ver un atardecer.

  

  He leído que Cortázar escribió cómo se debe llorar y también unos pasos para cantar. Después de eso me he cuestionado tantas cosas, ¿qué otra cosa no estamos haciendo como es debido? Me he dado cuenta que pocos saben cómo se debe ver un atardecer. Sí, es cierto, disfrutan hasta cierto grado el ver cómo se despide el día, pero realmente no tienen idea de lo que hacen.

  Las instrucciones para ver un atardecer son simples pero de suma importancia, si quieren hacerlo bien. Para aprovechar la ocasión al máximo es preciso llegar a tiempo, desde que el día sigue en marcha. La ubicación es primordial. No vaya usted a hacerlo donde hay muchos edificios. Busque un lugar abierto, una playa si es posible. Si el caso fuera que usted está en la playa, todo lo demás se vuelve sencillo. Entonces, decida porqué es importante el ver esa escena. Si usted no tiene idea, será mejor que deje de leer y abandone la tarea. En el caso que usted tenga definido por qué ha de permitírsele observar ese regalo, pues siga leyendo aquí abajo.

  Por favor no vaya a echarlo todo a perder tratando de capturar una imagen sin sentido del momento. Puede utilizarla para recordar buenas memorias si le apetece.

  Ya en posición, no pierda detalle de las nubes. Esa compañía hace que la luz resplandezca y rebote con una elegancia que hacen que no queden dudas sobre la existencia de la magia. Mire también, qué tonalidades toman las nubes conforme avanzan los segundos. Hay un tono para cada sentimiento. Y aunque las nubecillas son imprescindibles, no debemos olvidar el verdadero productor de tal obra: el sol. Este astro que decide esconderse un poco de la vista tras sus compañeras.

  Aquí la cosa se pone interesante porque el sol no debe ser visto de frente, si quiere ahorrarse la jaqueca claro está. Sin embargo, debe estar pendiente de cómo el sol se deja abrazar por la tierra. Emitiendo más luz conforme va bajando, casi como si supiera que es una despedida. Luchando por quedarse, pero decidiendo que, si no hay otra salida, entonces se marchará no sin antes regalarnos un lienzo hermoso pintado a veces, de naranjas, rosas, rojos, azules, lilas, pero sin duda mis favoritos, dorados.

  Incluso cuando el sol se pierde de vista, siguen quedando sus luces impactando las nubes. Porque al sol no le importa que se marche. Siguen sus regalos deleitándonos la pupila.

  Así que, estimado lector, la próxima vez que vaya a disponerse ver la puesta del sol. Piense en por qué quiere hacerlo y aproveche cada bendito segundo. Que uno de esos, será la vez que se ocultará el sol por última vez. No se entristezca por este hecho, de preferencia utilice esta realidad y llene su alma con el ocaso.