Monstruo. I


Él hombre que estaba al otro lado de la mesa no entendía el punto. Me miraba pero solo a la persona con la ropa fina (ahora estropeada por la evidencia) sin comprender que esto ya no se podía detener.

¿Puedo preguntarle por qué lo hizo? —preguntó el investigador.

Tiene las agallas de preguntarme eso y se ha pasado toda mi historia por donde mejor le ha parecido. Le he contado el todo y he firmado mi sentencia con mis palabras y todo lo que le importa es el motivo. Después de todo es un perfilador. Es dedicado a su trabajo, le daré eso.



Ustedes no han escuchado mi historia ¿no? Han llegado apenas hace unos segundos y se han sentado aquí y allá esperando que no les viera. Pues les veo. Es increíble cómo estamos conectados. Miren, tengo que empezar de nuevo para que tenga sentido lo que le voy a responder al detective.



Hace unas semanas estábamos viendo televisión. Nunca me ha incomodado la presencia de Óliver, él es un tipo normal, demasiado normal para mi gusto, pero en esta etapa de mi vida creo que eso era lo que necesitaba. Alguien que no esperara de mi un montón de sabiduría saliendo por mis labios. Así que cuando lo encontré en ese banco y empezamos a charlar, me di una oportunidad de conocerlo. Me era inevitable que lo influenciara de mis ideas, es decir, él de por sí era voluble. Creo que algo muy decepcionante en la gente es la falta de ideas propias. Óliver era de esa gente cuando lo conocí, alguien voluble y que era arrastrado por la corriente como si se tratara de una bolsa desechable por un río que desemboca a un mar.

Lo primero que le llamó la atención fueron los grandes libreros de mi departamento. Nunca había visto tantos libros en su vida salvo en la librería de la escuela, esa que él no visitó lo suficiente. Me gustaba que Óliver no tuviera tanta educación como yo, eso le daba una perspectiva muy peculiar de la vida.



¿Ha leído todos estos libros señor? —me preguntó.

¿Cual es el punto de tenerlos? —respondí sonriendo—, para ser honesto creo que hay uno o dos que no pude terminar.

¿Por qué?

Era literatura moderna. Demasiado predecibles. No me malinterpretes, no soy nada cercano a un conservador, es solo que en especial esos libros eran malos.

¿Cómo los obtuvo entonces?

No suelo ser grosero cuando me regalan libros. Además, muchos de esos regalos terminaron siendo muy buenos.

Las pláticas con Óliver eran por lo general muy idiosincráticas, banales. No tenía que esforzarme por elaborar una respuesta ni tener un discurso sobre lo que le iba a decir. Aunque de vez en cuando, Óliver hacía preguntas honestas y personales que me decían que había alguien que valía la pena allí adentro en algún lugar. Esas conversaciones eran muy buenas. Óliver nunca sospechó de mi estado mental o emocional, daba por sentado lo que el internet y la prensa decía sobre mí. Quizá por esto último él se sentía con la confianza de ser sincero de vez en cuando, siempre le estaré agradecido por eso.

Hay un libro con tu nombre ¿sabes? Se llama Óliver Twist, te gustaría la historia, tú y él tienen cosas en común. Si prometes leerlo, te lo presto.

Claro que lo leeré.

La reciprocidad de nuestra relación se encontraba en no meternos demasiado con la vida personal del otro, solo lo que cada quien quería decir. Creo que puedo afirmar que esa amistad, si ustedes le quieren llamar así, se basaba en el respeto. Él no me preguntaba demasiado y yo tampoco le preguntaba por cosas que no me quería decir, al final, no había mucho más por descubrir.

Desde que le vi por primera vez en el banco, vi que él no encajaba en el lugar. Tenía un olor peculiar que resultaba de muchas personas más que vivían con él. Tenía tierra bajo sus uñas. Llevaba unos zapatos de vestir que estaban a punto de romperse de viejos y por haber cruzado por charcos de agua. Además, estaba nervioso. El guardia de seguridad del banco no le despegaba la mirada y no lo juzgo. Óliver intentó hacerme la plática y sus movimientos inconscientes le hicieron levantarse la camisa y reveló el arma que llevaba metida en el pantalón. Óliver no era una mala persona, solo era una persona. Por eso hablé con él.

Tú no puedes hacer esto niño. No eres una mala persona. Yo confío en la gente. Yo confío en ti. ¿Para qué necesitas el dinero?

¿Eh?... yo… yo… necesito …

Te diré qué. Siento que puedes pensarlo mejor si comes algo. Espérame afuera y déjame hacer lo que vine a hacer y entonces vamos a comer algo.

Yo no…

Lo tomé por los hombros.

Tu no harás esto. Sal y espérame afuera.

Óliver como el corderito que siempre había sido salió y me obedeció. Fuimos a comer en silencio. Solo abrió la boca para pedir su comida y no decía nada. Eso me parecía fabuloso. No me gusta hablar mucho a pesar de mi trabajo. Siento que todo está en escuchar y si acaso, hacer una buena pregunta para seguir escuchando.



Bien niño, creo que…

Óliver —corrigió.

Óliver, espero que no te metas en problemas —decía mientras el solo me miraba con la cabeza agachada pero la mirada hacia arriba, como un perrito que sabe que ha hecho algo malo—. No me sentiría bien dejándote andar por allí haciendo estupideces. Ten mi tarjeta personal, tiene mi dirección detrás. Por lo general no salgo mucho estos días, pero si me preguntas puedes visitarme de 3 a 5 de la tarde. Es importante que recuerdes que a las 5 ya no estaré disponible. Así que si llegas a las 4 o 4:30, tan solo podré darte asilo hasta las 5. Querías dinero, ¿no? Quizá quieras decirme para qué lo necesitas cuando me visites. Mientras tanto, ten esto. Te alcanzará para que compres una muda de ropa y algo de comida.

Óliver tomó el dinero y asintió con la cabeza.



No sabía que esperar de él en ese entonces, pero empecé a hacerme ideas cuando sonó el timbre de mi casa. Óliver entró a mi hogar con la misma ropa que llevaba antes. Entró observando todas las cosas que había en mis paredes, el arte, las antigüedades, los libros, los muebles. Se detenía más en las cosas que brillaban, en lo que pareciera tener valor.

¿Es eso lo que buscas? —le dije.

¿Perdón?

Quieres lo que está en la repisa, tómalo. Prefiero que honestamente me hurtes en mi cara a que después venga aquí a darme cuenta que un cobarde entró y no tuvo el valor de mostrar su rostro.

No sé de qué habla.

¿Por qué has venido?

Usted me dio su tarjeta. Además, lo busqué en internet, doctor…

Lo de doctor es un formalismo.

Vine porque quiero que me diga porque me detuvo en el banco.

Si algo me ha quedado después de tantos años de carrera es la fascinación por el comportamiento humano. Siento que todos somos descifrables si somos observadores, ¿no lo cree?

Si usted lo dice.

No joven Óliver, no es si yo lo digo, es lo que usted crea. Venga a mi oficina y tome asiento.



La primera conversación que tuve con él diría yo que fue rescatada solo por el hecho de que sentí un poco de anarquismo de su parte hacia la sociedad. Él estaba resentido con este mundo, era ese odio él que lo movía a hacer crímenes predecibles y previsibles. Cuando salió por la puerta, se había llevado un par de antigüedades que creyó se librarían de mi atendimiento.

Sin embargo, el escucharlo despertó en él algo que ni siquiera él mismo sabía que tenía: una voz propia. Se sintió por primera vez como un humano, alguien que valía la pena escuchar. Entonces volvió.

Cuando abrí la puerta el estaba parado con ropa nueva, limpia y de buen gusto. En sus manos extendidas estaban las dos antigüedades que me había robado y en su rostro estaba la necesidad de un perdón. Algo que Óliver no sabía que podría llegar a sentir.

Las conversaciones con él se fueron dando de manera orgánica y de vez en cuando podíamos tener momentos reales. Algo que contribuía a mi pequeño proyecto que estaba desarrollando alrededor de él.

Entre los progresos más notorios, puedo decir que estaba la mejora del vocabulario en él y la apreciación del arte que empezó a desarrollar a la semana de conocernos. Alguien sin nada qué hacer y con ganas de aprender lo hace de manera rápida. Claro, no puedo dejar de mencionar que estábamos trabajando en dejar los vicios y cortar sus ataduras con las pandillas callejeras. Con el tiempo ya no le tenía una hora para visita, él había pasado a ser mi proyecto más importante. Incluso el trato se veía afectado, ya no le hablaba de tú, sino de usted. Esto lo obligaba a que me viera con más respeto, porque sentía que si alguien mayor como yo le hablaba de usted, entonces el tenía que hablarme con sumo respeto y consideración.



Óliver, ¿qué cree qué hacemos aquí?

Platicar sobre mi vida y la de T.S. Elliot, Twain, Neruda, Picasso, Modigliani, Hemingway y otros.

No Óliver, ¿qué cree qué hacemos aquí?

Óliver se quedó viendo la nada.

¿Piensa que estas conversaciones y esta semejanza de patrocinio que hemos llevado por estos meses han sido gratis?

Bueno, ahora que lo dice, he leído que usted ha ayudado ha mucha gente con sus tratamientos.

Y eso es lo que usted cree que estoy haciendo ¿ayudándolo?

Negarlo sería una equivocación de mi parte.

¿Sabe cómo han dejado de molestarlo los pandilleros de la calle diecinueve?

Fue cuando fui a decirles que no quería ser parte de esa vida.

Usted es alguien maduro Óliver, ya tiene una opinión propia, dígame que no se cree ese cuento.

—…

Búsquelos a ver si puede encontrarlos. Todos han sido eliminados de su vida, pero también de las calles.

¿Me está diciendo que es karma?

Lo miré en silencio hasta presionarle la mente. Quería que su vieja vida se encontrara con esta nueva e hicieran las paces. Que tuvieran un punto de convergencia en donde podríamos obtener lo mejor de dos mundos.

Usted lo hizo.

Sonreí.

Óliver tenía algo que yo ya no: juventud. Necesitaba que alguien siguiera moviendo las piezas de este ajedrez. Había invertido casi medio año en este muchacho sin avanzar mucho en los demás proyectos para tener alguien que podría encargarse de las cosas cuando yo ya no estuviera.

Óliver, solo le estoy poniendo la vara de la reciprocidad de nuestra relación un poco más alta. ¿Por qué cree?

Está por pedirme algo.

¡Lotería!

Miré mi reloj y me puse de pie. Apagué las luces y me paré a un lado de la ventana. Con mi mano le indiqué a Óliver que se acercara. Abrí las persianas y observamos a una joven llegar a la esquina de mi cuadra, entonces llegó un coche viejo y le dio una bolsa y ella le pagó. El automóvil se fue y ella también.

Vivo en un buen vecindario, no deberían de pasar estas cosas. Y sin embargo suceden. Esa joven es hija de unos vecinos, todos en la cuadra tenemos la capacidad de ver, de razonar y podemos llegar a la conclusión de que tanto los del automóvil como la muchacha se reúnen para venderle droga cada tercer día a las nueve treinta de la noche y ninguno de nosotros ha hecho nada por terminar con esto. Ni siquiera avisarles a sus padres. ¿Y si hago lo que hice con los pandilleros que le molestaban y me encargo de que no vuelvan a pasar por aquí? Lo más probable es que ella consiga un nuevo distribuidor de drogas y el problema persiste. Esto no es algo que se pueda hacer individualmente, necesitamos qué todos despierten y juntos nos volvamos intolerantes a lo podrido. Pero para empezar tan solo necesitamos un equipo. Un equipo en el que, por ahora, estamos usted y yo.

Óliver estaba de una pieza. Jugaba con sus manos y movía la boca sin emitir sonidos. Bailaban sus ojos y sacudía la cabeza con brusquedad. Me recordó a la primera vez que le vi en el banco. Aquí se volvía impredecible el muchacho. Pero he hecho un buen trabajo y tengo un 80% de probabilidades de estar en lo correcto con él.

¿Qué me está diciendo?

Lo tomé de los hombros y le vi al punto que se le hace entre las cejas, a la altura de los ojos, como si le estuviera disparando una idea que le volaría la cabeza.

Óliver, es hora de que viva aquí conmigo. La siguiente parte del plan exigirá todo su tiempo.




Comentarios

  1. Cuando la incertidumbre y el orden se conectan, se puede sentir lo magnífico de ambos, y más importante aún, nadie sabe cuál te puede controlar más.
    Buen trabajo.

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    1. Gracias por leer esto. Esperamos pueda empezar a terminar mis proyectos a la brevedad posible.

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  2. ¡Excelente redacción! Esta historia es de esas que atrapan al lector, lo envuelven en el desarrollo de los hechos y deja con ganas de seguir leyendo más. ¡Felicitaciones!

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    1. ¡Muchas gracias! Y para esas ganas de seguir leyendo más, estaré posteando la parte dos muy pronto.

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  3. Ya por favor saca la siguiente parte. Exelente escrito

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  4. Es interesante lo implícito del tinte oscuro que fue tomando el relato, aunque técnicamente pudiera parecer una relación sana.
    Tengo esa sensación de creer que sé lo que pasará y a la vez no tener ni idea.
    Ok, necesito parte dos o las que sean necesarias para tener respuestas. 👍🏼

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    1. Muchas gracias por andar buscando textos hasta estas alturas... Sí, la parte dos viene en camino.

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