Elogio de la incertidumbre

  Si la seguridad da paz, lo lógico sería entonces que lo inseguro provocara el caos en nosotros. Sin embargo, nos enteramos que la vida es incierta por naturaleza. Nos empeñamos en buscar y encontrar la estabilidad en la vida, lo predecible, lo pacífico. Y en algunas poquísimas cosas, lo estable sí que le da dirección a la vida.

  Pero hablemos de lo incierto. Esa cosquilla en el hígado que nos grita que en el fondo somos unos ignorantes. Lo que no conocemos se presenta como una pintura finalizada en un lienzo que vemos en blanco, algo que nos hace preguntarnos qué colores y qué trazos hay por divisar frente a nosotros. Los esfuerzos por atinarle siempre son inútiles, el artista siempre tiene un cómo sorprendernos. Al contemplar la obra finalizada aprendemos lo poco que controlamos los sucesos. 

  La palabra incierto arroja luz sobre la índole de la misma. Incierto en su sentido primario quiere decir lo que no es verdad. Y es que algo se vuelve verdad una vez que se ha hecho. No podemos conocer el carácter de la vida hasta que haya pasado, es decir, la incertidumbre habita en el futuro, en lo que no conocemos ni sabemos que sea verdad.  

  Lo desconocido nos mantiene vivos. A veces nos preocupa o nos da miedo el pensar en el resultado de una cosa o las consecuencias de una decisión. En ese momento el corazón late con todo lo que tiene, la sangre fluye como un tren a toda marcha por sus vías llegando con rapidez a todas sus estaciones, el cuerpo titila aquí y allá, la piel se empieza a crispar, la boca se apergamina, el invierno llega a las extremidades y empezamos a expulsar miedo por todos lados; sudor, lágrimas.

  Un ejemplo sería mandar un mensaje de texto a alguien para invitarle a salir. Otro más es cuando esperamos los resultados de una prueba académica o médica. Y también se saborea lo impredecible cuando se nos ilumina el espíritu y nos hacemos la pregunta ¿a dónde me están llevando las decisiones que estoy tomando? Ahí se experimenta la incertidumbre en primera persona, pero eso es lo que nos recuerda que existimos. Por más que queramos adivinar lo que quedará en el blanco lienzo, el resultado siempre logra sorprendernos para enseñarnos que, al fin de cuentas, lo incierto es la vida.