La razón del escribir

  ¿Por qué escribo?

 ¡Vaya! Ha de ser la pregunta que más ansiaba responder. No se trata de mí. Quizá porque es lo más extraordinario que somos capaces de hacer en este universo. No, no exagero.

  Muchos dudan de Dios, pero sólo él pudo haber creado la escritura. Es lo más sobrenatural que naturalmente hacemos. Es una catarsis… un impulso. ¿No me sigues, cierto? Observa, justo ahora tu lees esto en tu mente. Una voz resuena, cada palabra hace eco en tu cerebro. Si pongo una pausa aquí, tú la haces también.

  Y aquí la prueba de que la escritura es quizá lo más cerca que estaremos de encontrar magia de verdad. Este fenómeno puede romper leyes de espacio y tiempo.  Piensa en una mesa redonda. Pon un mantel rojo sobre ella ¿Qué tan grande es? ¿Cómo has colocado el mantel? Espera, hay algo arriba, una jaula, y dentro hay un conejo blanco con ojos tan rojos como el mantel. No te he dicho específicamente en que dimensiones, tonalidades y materiales debes imaginar estos objetos. Y aquí estamos tu y yo pensando en casi lo mismo.

  Pero aún no he respondido ¿Por qué escribo? La razón es mucho más simple.

  Ahora, yo escribo esto mientras tomo café en mi habitación un martes 17 de Enero del 2017 a las cinco con dos minutos en la ciudad de México y, sin importar donde estés, ambos estamos pensando en lo mismo justo ahora.  Una mesa con mantel rojo con un conejo enjaulado en ella. Increíble ¿No? Pero eso no es todo.

  Este universo nuestro (si tenemos el descaro de llamarlo así) es todo lo que conocemos y quizá conoceremos. Sin embargo, la escritura (bendita), puede hacernos un universo diferente al nuestro. Porque pudiera contarte de las aventuras de un hombre capaz de volar a través del cielo en otros mundos con una necesidad de redimirse a través de muchas barbaridades y pudiéramos juntos ser testigos de cómo lo logra o no.  

  Hay otras cosas que merecen ser dichas y oídas. Un hombre plasma lo que ha vivido, una mujer escribe al amor y un niño redacta lo que le ha sucedido en la escuela hoy. Todo eso quedará plasmado en tinta y papel.

  Pero aún no he respondido, ¿por qué escribo? La razón es más simple.

  Hay otra cosa que desafiante como es, la escritura tiene la desfachatez de siquiera intentar. Predecir. Dictar el orden en el que se desarrollarán los acontecimientos referentes a un asunto y no, no me refiero a ficción. Por eso, en parte, escribo. Para desafiar a todos los pronósticos e ir contra el viento. Tratar de escribir mi historia, siendo yo el antagonista de la misma. Derrotar mis debilidades, mis miedos y mis limitantes. Aunque siento que esta historia ya estaba escrita hace siglos. Una historia que se deberá leer página a página. Habrá capítulos muy satisfactorios, que llenen y otros de penumbra. Todos se deberán leer. No solo los días soleados, sino los tormentosos también.

Pero si yo soy el antagonista de la misma ¿quién será el protagonista? Seremos dos

  Pero aún no he respondido, ¿por qué escribo? La razón es simple. 

  Por encima de todas las razones que puedo tener. La razón de que me desvele escribiendo, de que prefiera un libro a una película, que corra la sangre más rápido cuando tecleo en mi ordenador y finalmente, la razón por la que escribo, en estos últimos días debo confesar que eres tú.