Apapacho

  Es de esos días en los que vas caminando y tropiezas con unos versos dignos de leerse. ¿Qué más da la prosa?, ¿qué más da la gramática? ¡lo que importa es el mensaje de estas lineas, caray!

  ¿Por qué? Porque a veces necesitamos un texto que nos haga sentir bien. Un abrazo apretujado sin pedirlo, que nos acomode todo lo que traemos fuera de lugar. Se requiere un apapacho bien dado.

  Hablando de esta última palabra —aquí la parte más linda del texto— nos encontramos con que viene de una palabra náhuatl (o algún otro idioma nativo mexicano). Este vocablo indígena es patzoa, que literalmente quiere decir apachurrar, apretar, apretujar, presionar con fuerza, etc. Sin embargo, no es un significado tan literal, al menos hablando del sentido en español de la misma. Se refiere más bien, a un apretujo apachurrado no físico sino espiritual; como el de dos almas abrazándose o acariciándose. Y —aquí viene lo lindo de lo lindo— que esta caricia entre espíritus no se refiere a algo pasional o erótico, no como regla, entonces, puede ser algo inesperado que viene de alguien sorpresa.

  Y es que todos necesitamos de vez en cuando un buen apretujón, una caricia que nos recuerde que todo estará bien al final del camino. Ese apapacho lo necesitas para recordarte que debes respirar muy profundo; para dejar ir tranquila a tu persona aunque no tengas ganas; para que ese cerebrito neurótico que te cargas crea que la sonrisa es auténtica y te cambie el panorama entero. Unos versos honestos que sean leídos una vez cada que sea necesario, cual receta para la jaqueca.

  Ahora, si estás en el punto que un apapacho de alguien con las debidas intenciones te podría hacer romper en llanto, está bien. Está bien que nos limpiemos las perspectivas, hacer un reinicio de fábrica para seguir adelante con nuevas miras, nuevos ojos, nuevas lágrimas de felicidad por gastar y nuevos puntos de vista. Está bien quebrarse, pero no quedarse roto. Hay que sanarnos. Para eso es este apapacho, para que recuerdas que debes seguir adelante. Todo estará bien eventualmente. Ese asunto del cual te preocupas y que hace que te desveles pensando en el ¿qué tal si?, ya está resuelto. Solo que quien tiene la respuesta a veces nos deja estar por ahí divagando un poco, pareciendo errantes vagabundos en la vida hasta que tropezamos con una sonrisa, una salida, una puesta de sol y recordamos que aunque todo está relativamente mal, ¿adivina qué? Todo empezará a ir completamente bien.

  Sigue adelante. Aunque duela. Avanza a pesar que cueste porque eso merece la vida de ti. Eso es lo que eres digno de vivir.  Sonríe aunque pruebes el sabor salado de la frustración. Si estás en el suelo, reincorpórate y emprende nuevamente el camino.

  Nos necesitamos bien. Nos merecemos mejor.