Pautas para bañarse en la lluvia.

Es primordial que el clima esté de nuestra parte. No bastará con algunos nubarrones grises desparramados por los campos celestes, hará falta toda una orquesta que acompañe la ocasión. Ya gris el cielo (y digo gris queriendo referirme a todas las tonalidades entre gris y negro), deberemos prestar oído a las percusiones celestes. Para esto último podemos hacer uso de la vista.  

Levante los ojos hacia las nubes y ubique las diferencias entre está nube y la de junto. Si las ve parecidas, entonces diriga la vista un poco más hacia el horizonte. En lo que está en eso deberá ver un sesgo entre los cielos negros que contrasta como un sol estirado y largo rasgando el techo celeste hasta llegar al suelo, un haz de luz abriéndose paso indeciso, sin seguir un camino recto, cortando y dividiendo pero siempre aterrizando. Una vez observado el rayo, el conjunto de percusiones está próximo a entonar melodía. 

Los tambores del cielo se escuchan más o menos a lo que se escuchan los marchantes en una guerra épica, anunciantes que pronto llegará un ejército.  Para este entonces el suelo tiene cierto olor particular: huele a lo que olía el patio de la casa de la abuela cuando éramos pequeños o en algunos casos, la calle lista para salir a jugar. En los árboles, si los tiene a la vista y ha seguido las instrucciones como debe, habría que ver a las aves arrimarse a sus nidos para resguardo. 

Por favor, no haga esto mecánico. Vea las nubes grises con sus rayos tocando el suelo, uniendo el cielo con la tierra e inhale esa tierra mojada fuerte, llénese de esto porque es parte de la función. 

En cuanto a la vestimenta adecuada para la ocasión. Surgen dos escenarios aquí. Si usted es un desprendido, puede pasar al siguiente párrafo. Si debe cuidar su vestido, le sugiero busque algo que pueda empaparse y quizá ensuciarse (a veces  uno ya entrado en ganas quiere brincar en algún charco). 

Espere bajo el cielo sin nada que le estorbe. Por lo general sentirá una pequeña brisa que le aborda coqueta. Piense entonces en aquello que le ha recordado esto. Tras unos segundos el ejército de gotas de agua descenderán precipitadas hacia su dirección y podrá sentir el abrazo del cielo húmedo y reanimante. Si oye algunos estruendosos truenos no huya ni tenga miedo, es solo el cielo recordándole que usted es su invitado a este baile. Escuche atento (es de mala educación despreciar una pieza del anfitrión).  Una vez arreciando la lluvia, usted es libre de correr, caminar, cantar, brincar, gritar o llorar, lo que le venga necesario.  

Como un consejo adicional y personal, puede inclinar su cabeza hacia atrás viendo al cielo. Entonces podrá ver a su anfitrión de esta obra allí, inmenso y poderoso, tronando y sonriendo con rayos y demás, regalándole las gotas de lluvia para que se desahogue. Al sentirse usted tan pequeño e insignificante quizá quiera decir algo.  (A algunos les resulta adecuado agradecer aquí).  Una vez desahogados y bañados, puede continuar bajo la lluvia para seguir pensando en cosas buenas o necesarias, de otro modo la hora de volver bajo techo está a su disposición. 

Una vez dentro, es mejor que se cambie de ropa y tome una ducha para evitar resfriados.